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No. 088 HISTORIA RECIENTE QUE NO SE DEBE OLVIDAR

  • milbreuster
  • 29 sept 2024
  • 5 Min. de lectura

Hoy se cumplen 61 años de lo que se denominó: “EL ASALTO Y MASACRE DEL TREN DE EL ENCANTO”. En tal sentido me permito tomar parte (copia textual)  del excelente  escrito que lleva el mismo nombre, realizado por el General de División (Ejército) Humberto Alcalde Álvarez.

 

“…Llega el mes de septiembre de 1963, y el regreso a clases de miles de muchachos venezolanos. Primaria comenzaba el 16 de septiembre y secundaria a partir del primero de octubre. Las madres muy ajetreadas saltinbanqueaban entre La Agencia Musical, Las Novedades, El Palacio del Libro...Cuando aparecía el libro de Moral y Cívica de Francisco Canestri, faltaba el de Física General de Humberto Parodi o el de Historia de Siso Martínez o del hermano Nectario María; el de Matemáticas de Boris Bossio Vivas se encontraba fijo en Las Novedades y el de matemáticas de Baldor, en todas partes…papel Contac, etiquetas, creyones, lápices, regla, compás y pare usted de contar. ¡Qué locura!

Muchas madres agotadas por la tarea realizada deciden darse un paseo con sus hijos al parque de El Encanto, sitio paradisíaco localizado a unos cuantos kilómetros de Los Teques. Para llegar a ese lugar hay que hacerlo por tren o a pie. Ese trayecto había sido inaugurado por Antonio Guzmán Blanco en 1892 y desde ese entonces hacía ese trayecto turístico hacia el hermoso parque.

Era 29 de septiembre, como todos los domingos, la estación de Caño Amarillo comenzaba a recibir familias completas desde tempranas horas de la mañana. Era norma de seguridad, la custodia del tren por parte de la Guardia Nacional (GN), en cada uno de sus viajes.

A las 8 am llega el comando de la GN, conformado por nueve efectivos del destacamento 56 de Caricuao. El jefe del grupo, Sargento Saturnino Reyes da la orden de abordaje al comando, los guardias se fueron repartiendo entre los 10 vagones que se enganchaban a la locomotora No 7 conducida por José Rafael Lara y el maquinista Martín Rojas. 

A las 8:30 am suena el silbato anunciando la salida, algunos adultos aplauden mientras algunos niños comienzan a corretear por los vagones. Una media hora después, otro silbato anuncia la parada en Palo Grande, luego el tren continuaría hacia la estación de Las Adjuntas donde haría una nueva parada, para finalmente continuar hacia la ciudad de Los Teques, y de allí al parque mirandino de El Encanto. Los vagones iban repletos de pasajeros, aproximadamente 270 entre adultos y niños. 

Días previos a ese día, la Unidad Táctica de Combate de la brigada No 1 de las FALN, comandada por el posteriormente cineasta Luis Correa (productor de Ledezma, el caso Mamera y Se llamaba SN) había aprobado una acción terrorista bautizada con el nombre de operación Toribio García, enmarcada dentro del Plan Caracas.

Dos mujeres y cinco hombres abordan el tren en la estación de Las Adjuntas, con algunos maletines de equipaje se fueron colocando estratégicamente en los extremos de los vagones donde estaban ubicados los guardias nacionales.

A las 10 am el tren entró en el túnel No 10. En medio de la oscuridad se oyen unos disparos, pero lo ruidoso de la locomotora no permite a Rojas ni a Peña Lara entender lo que estaba sucediendo. En un primer momento pensaron que se trataba de algún atraco en la vía del tren, por lo que aceleraron la máquina. ¡Mientras tanto mujeres y niños gritaban despavoridos dentro de los vagones - es un asalto, es un asalto!

El grupo de bandoleros comienza a arengar a los pasajeros y a pintar consignas entre las que destacaban: Operación Ítalo Sardi y Operación Olga Luzardo en honor a una camarada zuliana.

La confusión y el tiroteo se mantuvo durante 20 minutos. Uno de los asaltantes se le acercó al Sargento Reyes y trató de desarmarlo, Reyes se resistió y con su subametralladora abrió fuego, con la mala suerte, que el arma no estaba en posición de ráfaga y apenas salió un solo tiro, lo que favoreció a los terroristas para acribillarlo en el acto. Mientras esto sucedía, en los otros vagones los guardias quedaron bajo el fuego cruzado que venía de los extremos de los vagones.

El Sargento Reyes muere en el acto, mientras otros guardias van cayendo heridos. En la balacera indiscriminada caen 8 mujeres y dos niños heridos.

El tren llega a El Encanto, los pasajeros se bajan como pueden tratando de proteger a los niños y ayudando a los heridos.

El jefe de los asaltantes a quien el maquinista Rojas, describe como un sujeto alto trigueño de lentes oscuros, portador de una boina negra con una insignia roja, lo encañona y obliga a desconectar 9 de los 10 vagones, obligándolo a retroceder de nuevo hacia Los Teques.

El comando terrorista aborda el único vagón disponible, y el tren retorna a su última pernocta. A la entrada del túnel No 10, obligan a detener la locomotora. De inmediato los bandoleros bajan del tren y abordan tres vehículos que los esperaban cerca de la vía.

Los heridos se estaban desangrando en El Encanto, Rojas y Lara aceleran la máquina al máximo para tratar de llegar lo antes posible a Los Teques y solicitar ayuda para los heridos.

El tren regresa de nuevo a Los Teques a las 12:30 pm, Rojas le reporta lo sucedido al jefe de la estación Remigio León, quien de inmediato le ordenó que regresara a El Encanto para ayudar a los heridos.

Muchos de los pasajeros tuvieron que hacer de enfermeros, tratando de parar las hemorragias de los heridos. Como pudieron los montaron de nuevo en el tren y los trasladaron al Policlínico de Los Teques.

El Sargento Saturnino Reyes llegó muerto, igual que los guardias Melecio Crespo y Cristóbal Velazco. Pocas horas después mueren los guardias Carlos Noguera y David Anzola. Quedaron heridos los guardias Oscar Evaristo, Hermes Parra y Salomón Viloria. Las ocho mujeres y los dos niños heridos quedaron a salvo. 

Luis Correa en entrevista a El Nacional en 1997, relata los hechos -Guillermo García Ponce estaba en conocimiento de la acción. Ni Teodoro Petkoff ni Máximo Canales tuvieron nada que ver en esa operación. Habíamos recibido la información de que en ese tren se iba a transportar un lote de armas de las FAV, y eso fue lo que nos motivó. La Brigada planificó la operación de forma tal que hubiese el menor número de lesionados. Para tal efecto se colocaron hombres y mujeres combatientes en ambos extremos de los vagones, de manera de poder neutralizar la actividad de los guardias que también iban repartidos. Fue un lamentable error, al final no hubo ningún traslado de armas. Se tomaron 10 subametralladoras Madsen pertenecientes a los guardias. Fue una operación, desde el punto de vista militar: sencilla, de rutina como hubo tantas. El dispositivo se había colocado de manera que los guardias quedaran encerrados entre dos fuegos, y hombre entre dos fuegos o muere por delante o muere por detrás. Todo estaba preparado para que nadie cayera preso. Desde el punto de vista militar fue un éxito, aunque desde el punto de vista político haya sido un error”.

 

El relato hecho por mi General Alcalde A, de esta acción terrorista, nos deja varias lecciones y nos obliga a reflexionar por ser parte de nuestra historia reciente. Les dejo hasta aquí para no caer en aquello que decía un instructor  en la otrora Escuela Superior del Ejército: “No aclare tanto que oscurece”

 

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Puerto Ordaz, 29 de septiembre de 2024

 

MILTON R. ABREU A. 

Coronel Ejército Siglo XX

 

 

 

 

 

 
 
 

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