No.140 MUSGOS, BARBAS DE PALO Y PESEBRES DE NAVIDAD

La navidad trae consigo un incremento importante de todo tipo de manifestaciones de amor, alegría y cordialidad entre familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo, porque llevamos muy arraigadas las costumbres y tradiciones propias de esta época, que se han transmitido de generación en generación, que identifican a la sociedad y mantienen viva su historia y su herencia cultural.

Una de las tradiciones familiares más populares por excelencia en esta época del año en mi querido pueblo Trujillano, es la elaboración del pesebre navideño; con él se rememora aquel invento de San Francisco de Asís, el “santo de la humildad y la pobreza”, en la navidad del año 1223, en Greccio, un pequeño pueblo italiano de la provincia de Rieti, donde hizo un pesebre en vivo con gente del pueblo, para recrear lo narrado por el evangelista Lucas, sobre el nacimiento de Jesús en Belén, en el Capítulo 2: 1-20.

Esta mañana, en mi vehículo, rumbo al trabajo, oía las noticias que transmite “Radio Rumbos”, y me llamó la atención la siguiente: “…Desde este primero de noviembre, el Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo a través del Comité Nacional de Fiscalización, desplegó una campaña denominada “Navidad Sin Musgo, en Paz y con Soberanía”, en la que despliegan operativos en bosques y páramos de Venezuela, para evitar la extracción y comercialización del musgo como: líquenes, briófitos, helechos arborescentes, barba de palo, así como frailejones y bromelias, que son usados para armar nacimientos y otros adornos durante estas fechas decembrinas.”

Oyendo esta noticia, me trasladé a mi infancia, en Valera, y recordé que para estos días de noviembre, mi mamá Tarcila, preparaba una verdadera excursión hacia la cima de un cerro donde había una pequeña laguna, allá en Santa María, con el objeto de buscar musgo y una arenilla blanquecina que ella usaba todos los años en la elaboración de sus famosos “pesebres”, los cuales eran una verdadera “obra de arte”, que después con el pasar del tiempo, continuó esa tradición mi hermano Dicksón, ayudado por mis hermanas María Lourdes y Rocio. Me acordé también de dos famosos pesebres que se hacían en Valera: el de la señora Columba, en San José y otro que hacía un señor en lo que llamaban “las cien casas”. Y más recientemente, a partir del 1980, el Pesebre de la Bajada del Río, declarado Patrimonio Cultural Navideño del Municipio Valera en 2018.

En la realización de estos, participaba toda la familia, resultando majestuosos pesebres que ocupaban casi toda las salas, los porches y hasta los pasillos de sus viviendas; todo un derroche de creatividad e ingenio, para representar en muchos de ellos la geografía trujillana y donde, aparte de las figuras principales: María, José, el niño Jesús, los Reyes Magos, la burra y el buey, el MUSGO y las BARBAS DE PALO, tienen un rol súper importante en esa representación de fe y tradición.

Comparto todas las iniciativas en pro de la conservación de nuestros recursos naturales, pero debo acotar que desde que yo era niño, como lo dije arriba, la gente ha utilizado esos musgos y barbas, una sola vez al año. Y como dato curioso, en Colombia también lo utilizan, y ellos dicen ser “el país más diverso del mundo en este grupo de plantas”: 932 especies de musgos, distribuidas en 261 géneros y nosotros tenemos: 1012 especies de musgo, distribuidos en 232 géneros.

Entiendo que se esté tratando de cumplir con la “Misión” que tiene asignada el Ministerio del Ecosocialismo, “… proteger, conservar y recuperar el ambiente mediante la construcción de un modelo ecosocialista que garantice el uso racional y sostenible de los recursos naturales…”; pero existen actualmente problemas muy graves que ameritan la urgente atención de este importante ente gubernamental, porque atentan contra el ambiente, contra el uso sostenible de recursos, contra el cambio climático y contra la gestión territorial; como por ejemplo: “La minería ilegal y la de cielo abierto”, en el estado Bolívar, que según los expertos produce, entre otras cosas, daños a la superficie de la tierra, contaminación del aire, contaminación de las aguas superficiales, daños a acuíferos subterráneos , impacto sobre la flora y fauna, conflictos entre comunidades y empresas de minería, cambios visuales, etc. poniéndome la mano en el corazón, creo que hay en nuestro querido país muchos problemas más graves, que requieren atención.

Bueno, esa noticia “me hizo el día”, pues me retrocedió a esos gratos momentos de mi infancia y juventud.

Puerto Ordaz, 4 de noviembre de 2025

MILTON R. ABREU A.

Coronel Ejército Siglo XX